“Actuar es el menos misterioso de todos los oficios”, dijo una vez Marlon Brando. Pero para los científicos, descubrir qué está pasando en la cabeza de los actores siempre ha sido una especie de enigma.
Ahora, los investigadores han dicho que los actores muestran diferentes patrones de actividad cerebral dependiendo de si están en el personaje o no.
El Dr. Steven Brown, el primer autor de la investigación de la Universidad McMaster en Canadá, dijo: “Parece que cuando estás actuando, te estás reprimiendo; Casi como el personaje te posee.
Al escribir en la revista Royal Society Open Science, Brown y sus colegas informan cómo 15 actores del método, principalmente estudiantes de teatro, fueron capacitados para asumir el papel de Shakespeare, ya sea Romeo o Julieta, en un taller de teatro, y se les hicieron varias preguntas, a las que Respondió en el personaje. Luego fueron invitados al laboratorio, donde sus cerebros se escanearon en una serie de experimentos.
Una vez dentro del escáner de resonancia magnética, se les pidió a los actores que reflexionaran sobre su respuesta a una serie de enigmas nuevos que aparecían en la pantalla, y que bien podrían haber ocurrido a los amantes de las estrellas cruzadas, como: ¿harían una fiesta? ¿Y les dirían a sus padres que se habían enamorado?
Se pidió a cada actor que respondiera a diferentes preguntas, basándose en cuatro premisas diferentes asignadas en un orden aleatorio. En uno, se les pidió su propia perspectiva; en otro, se les pidió que dijeran cómo pensaban que reaccionaría un amigo cercano en particular, mientras que en un tercero, se les pidió que respondieran como si fueran Romeo o Julieta.
La otra premisa involucró a los actores, quienes todos tenían acentos canadienses, respondiendo desde su propio punto de vista, pero con un acento inglés.
Los resultados revelaron que la actividad cerebral difería según el escenario que se probara.
Cuando el equipo observó los patrones vistos cuando el actor pensó en cómo podría responder su amigo y los comparó con los provocados por su propia respuesta personal, vieron una disminución en la actividad cerebral en áreas particulares de la corteza prefrontal. Estos cambios fueron similares a los observados en experimentos previos que investigan la “teoría de la mente”; en otras palabras, la capacidad de inferir cómo otras personas podrían estar pensando o sintiendo.
