Aymaras claman para que las lluvias sacien la sed de Bolivia en sequía

“¡Jallalla, lluvia!”, grita un yatiri (chamán) y “¡Jallalla!” (viva) responden otros indígenas, en un ritual aymara en la ciudad de El Alto para atraer lluvias a Bolivia, que soporta la peor sequía en 25 años con racionamientos de agua en medio país.

Los aymaras -una de las dos etnias mayoritaria en el país, junto a la quechua- se comunican con los ‘apus’, sus divinidades que habitan en las montañas. Ataviados con sus tradicionales y multicolores vestimentas, se concentran en El Alto, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, sobre la misma frontera con la capital La Paz, sede de gobierno.

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Los nativos tienen este 30 de noviembre, como todos los años, el “jallupacha”, la fiesta de la lluvia. Esta vez, con la sequía, es más que especial.

La festividad es “para recibir la lluvia, para que se dé agua en todo el país”, afirmó a la AFP Wilfredo Murga, miembro del Consejo Nacional de Ayllus (comunidades), quien encabezó el ritual.

Otro indígena hace ulular una concha marina como parte de la fiesta, y un grupo de mujeres y hombres arman sobre maderas una pira, para incinerar dulces, hierbas aromáticas, semillas y raíces.

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A medida que avanza el ritual, el fuego consume los productos, y las mujeres aymaras sostienen con sus manos ramas y las mueven de manera circular, con rogativas en su lengua.

Además, Murga explicó que trajeron agua en vasijas de barro, desde lugares sagrados que se hallan en la montaña nevada Illimani (6.400 msnm), al sur de La Paz, y de las regiones cocaleras de los Yungas, en las faldas de la Cordillera Oriental de Los Andes

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“Hemos traído la flor del agua”, explicó Murga, en referencia al agua trasladada desde sus puntos religiosos hasta El Alto para la ocasión.
Casi al caer el ritual, un chamán reparte agua en pequeñas copas de barro y rocía el líquido sobre la cabeza de los asistentes. Para sellar el deseo, se dan mutuamente abrazos.

Luego realizan bailes, acompañados por el sonido de unas cuantas quenas (instrumentos nativos de viento), para cerrar con un ‘apthapi’ o comida común, en la que comparten yuca (mandioca), papa, habas, queso frito, plátano (banano) cocido, con algo de pollo y ‘charqui’ (carne deshidratada).

La comida es colocada en unas colorida mantas aymaras, sobre el piso, donde cada uno levanta la porción que quiere.