Castigada por la Unión Europea, una Grecia resentida acepta el dinero y los intereses de China

ATENAS — Tras años de luchar contra la austeridad impuesta por sus compañeros europeos y de que Estados Unidos le aplicara la ley del hielo, Grecia ha aceptado las insinuaciones de China, su más ardiente y geopolíticamente ambicioso admirador.

Mientras Europa estaba ocupada exprimiendo a Grecia, los chinos se abalanzaron con carretadas de inversiones que han comenzado a dar buenos resultados, no solo en lo económico, sino al parecer también permitiéndole a China posicionarse en Grecia y, por extensión, en Europa.

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El verano pasado, Grecia ayudó a evitar que la Unión Europea emitiera una declaración conjunta en contra de las agresiones de China en el mar del Sur de China. En junio pasado, Atenas evitó que el bloque condenara el historial de derechos humanos de China. Días después, se opuso a una revisión más estricta de las inversiones chinas en Europa.

La postura diplomática griega no pasó inadvertida para sus socios europeos ni para Estados Unidos, ya que a ambas partes les había preocupado antes que la vulnerabilidad económica del país lo hiciera una presa fácil para Rusia, siempre dispuesta a dividir al bloque.

En vez de esto, fueron los chinos quienes se convirtieron en un actor extranjero cada vez más poderoso en Grecia, luego de años de galanteo asiduo y diplomacia con chequera.

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Entre las iniciativas chinas, están los planes de hacer del puerto griego del Pireo la “cabeza del dragón” de su vasta iniciativa del Cinturón y la Ruta (conocida en inglés como “One Belt, One Road” u OBOR), en referencia a una nueva ruta de la seda en Europa.

Al tiempo que Alemania trataba a Grecia como el delincuente de la eurozona, China nombraba a la Grecia hambrienta por recuperarse su “amigo más confiable” en Europa.

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“Mientras los europeos se portaban con Grecia como sanguijuelas medievales, los chinos siguieron dándole dinero”, dijo Costas Douzinas, director del comité de relaciones exteriores y defensa del Parlamento griego y miembro de Syriza, el partido gobernante.

China ya usó su fuerza económica para dejar una importante huella geopolítica en África y Sudamérica mientras peina el planeta en busca de recursos naturales para avivar su economía. Si bien inicialmente a China se le abrieron las puertas por ser un inversionista acaudalado —y una alternativa a Estados Unidos—, ha enfrentado crecientes críticas por parecerse más a una encarnación del siglo XXI de una potencia colonial, que a un socio económico.

A pesar de que no está en busca de recursos naturales en Europa, China ha invertido sólidamente durante años en el bloque, su más grande socio comercial. Sin embargo, ahora aumenta la preocupación de que Pekín esté usando su fuerza económica para hacerse de influencia política.

Douzinas comentó que China nunca había pedido de manera explícita su apoyo a Grecia en el voto sobre los derechos humanos ni en otros temas delicados, aunque él y otros funcionarios griegos reconocen que las solicitudes explícitas no son necesarias.

“Si estás en el suelo y uno te golpea y otro te da una dádiva”, explicó Douzinas, “cuando puedes hacer algo a cambio, ¿a quién ayudarás, al que te dio la mano o al que te golpeó?”

La administración de Trump, reconociendo que tiene un rival geopolítico y económico, intervino hace poco para ayudar a que se diera preferencia a un acuerdo estadounidense ante un competidor chino, y los griegos parecieron alegrarse de poner en contra a ambas potencias.

A los funcionarios de la Unión Europea les preocupa que China esté comprando silencio en temas de derechos humanos y socavando la capacidad del bloque para pronunciarse con una voz unificada. Los analistas dicen que China capta a los países pequeños que necesitan dinero, entre ellos España, Portugal y otros que sufrieron durante la crisis económica. Hungría, donde China promete invertir miles de millones de dólares en vías férreas, también bloqueó la declaración de la Unión Europea sobre el mar del Sur de China.

Muchos analistas han observado que el veto de Grecia con respecto al asunto de los derechos humanos vino luego de que el primer ministro Alexis Tsipras regresó de una reunión cumbre en Pekín en mayo, donde firmó memorandos de inversión por miles de millones de euros con empresas chinas.

Los funcionarios griegos insistieron en que, pese a todas las inversiones chinas, su país se identifica con la Unión Europea y es leal a esta, además de que no obedece órdenes de China. Algunos funcionarios europeos no están tan seguros de esto.

“El gobierno griego necesita decidir con quién están sus alianzas y darse cuenta de que la UE no solo es un mercado, sino que ante todo es una comunidad de valores”, dijo Marietje Schaake, de los Países Bajos, y miembro importante del Parlamento Europeo.

A lo largo del verano, la canciller de Alemania, Angela Merkel, hizo más estrictas las reglas para limitar la adquisición de activos estratégicos alemanes, como una medida dirigida a las empresas respaldadas por el Estado chino. Como lo declaró Merkel a un periódico alemán después del voto de Grecia para bloquear la condena de las violaciones chinas a los derechos humanos, Europa “necesita unir sus voces para hablar con China”.

Agregó que el poder económico de China podría permitir a esta presionar a las naciones europeas más débiles. “A los ojos de Pekín”, añadió, “Europa es una península asiática”.

Una puerta de entrada a Europa

En enero de 2015, los electores griegos sacudieron a Europa al votar por el partido radical de izquierda Syriza y su líder, Tsipras, quien había hecho campaña para acabar con las medidas de austeridad de la UE y detener las privatizaciones, como la del puerto del Pireo. En Atenas, aparecieron manifestantes bulliciosos ondeando las banderas del Syriza y denunciando a los centros de poder europeo: Bruselas y Berlín.

Sin embargo, fue Pekín quien se puso nervioso, sin decirlo. Los años de trabajo preparatorio laborioso y caro que China había llevado a cabo en Grecia de repente parecían estar en peligro, en especial sus inversiones en Pireo.

Inmediatamente después de que Tsipras se convirtió en primer ministro, el embajador chino, Zou Xiaoli, fue el primer funcionario extranjero en hacerle una visita. Zou presionó a Tsipras para que respetara los compromisos previos del gobierno griego relativos a la privatización del Pireo, según afirmaron varias personas que tuvieron conocimiento de la reunión.

De regreso a Pekín, los funcionarios chinos manifestaron su descontento y los medios estatales publicaron artículos en los que cuestionaban la amistad entre Grecia y China. Menos de una semana después, el primer ministro, Li Keqiang, llamó a Tsipras para asegurarse de que no hubiera más malentendidos.

En respuesta, Tsipras y su equipo anunciaron una “mejora en las relaciones entre Grecia y China”. En cuestión de semanas, tres fragatas chinas arribaron al puerto del Pireo. En una ceremonia, Tsipras afirmó que Grecia tenía la intención de “ser la puerta de entrada de China a Europa”.

Aunque la desconfianza por las inversiones chinas aumenta en Berlín y Bruselas, a Grecia parece no importarle, tras haber soportado la austeridad aplicada por Alemania, que forma parte de los rescates internacionales que han mantenido al país a flote desde la crisis de la deuda de 2010.

En 2010, mientras los acreedores exigían el fin de las pensiones y un aumento drástico de impuestos, los chinos ofrecieron comprar deuda pública tóxica a los griegos. En 2013, mientras Grecia era sujeto de restricciones presupuestarias cada vez mayores por parte de sus acreedores, los chinos gastaban libremente en los activos griegos.

A su vez, Grecia suele votar a favor de China en el Parlamento de la Unión Europea en temas delicados, aunque los funcionarios gubernamentales insisten en que Grecia sigue siendo leal al bloque y a la OTAN, y solo busca lograr el equilibrio en un mundo cambiante.

En cuanto a hundir la declaración de la UE sobre las violaciones chinas a los derechos humanos —la primera vez en una década en que se silencia al bloque—, los burócratas griegos consideraron que la estrategia de la UE era “improductiva”. Después del voto, el ministro de Relaciones Exteriores chino aplaudió “a la importante nación de la Unión Europea por mantenerse en la postura correcta”.

‘Una especie de neocolonialismo’

A lo largo de los más de 32 kilómetros de extensión del litoral a las afueras de Atenas, un ejército de grúas en el puerto del Pireo carga y descarga miles de contenedores de China y del mundo entero. Se espera que un muelle flotante ultramoderno llegue de China en noviembre. Las obras también incluyen un nuevo centro de pasajeros financiado por China.

China ha transformado al Pireo en el puerto más activo del Mediterráneo, invirtiendo casi 500 millones de euros a través de Cosco (China Ocean Shipping Company), el conglomerado estatal de compañías navieras de China. Espera hacer del Pireo el punto de acceso a Europa conforme a su iniciativa del Cinturón y la Ruta.

Las mercancías chinas podrían viajar a lo largo de una red de vías férreas y carreteras que atraviesen las naciones europeas centrales, pero el destino más importante sería Alemania, donde China invirtió, nada más el año pasado, 12 mil millones de dólares.

En medio del puerto, las banderas de China, Grecia y la UE ondean frente a las oficinas principales de Cosco, que ahora controla todo el paseo marítimo gracias a la participación del 67 por ciento que tiene en el puerto.

“Es una especie de neocolonialismo sin los buques cañoneros”, comentó Douzinas riéndose entre dientes.

Los funcionarios griegos hicieron notar que, a diferencia de las naciones democráticas que cambian de políticos a los pocos años, los chinos tienen una visión estratégica firme y a largo plazo.

“Saben lo que quieren”, dijo Stergios Pitsiorlas, el vice ministro de Economía griego y uno de los principales negociadores gubernamentales con China.

Cosco ha creado unos 1000 empleos en el área, pero ha equipado muelles de carga con grúas hechas en China, no en Grecia, y ha expandido los muelles con materiales de construcción chinos. Y mientras Grecia lucha para sobrellevar tasas de desempleo históricas, la empresa ha recurrido a subcontratistas para dar trabajo a unos 1500 trabajadores, principalmente en contratos a corto plazo, con salarios muy por debajo de lo que se les paga a los estibadores griegos sindicalizados.

“Hay más trabajadores, pero su ingreso es menor”, manifestó Giorgos Gogos, secretario general del sindicato de estibadores del Pireo.

Sin embargo, Grecia necesita los empleos y los líderes cuentan con más inversiones chinas. Fosun International Holdings, el conglomerado chino dirigido por Guo Guangchang, a quien suele llamársele el Warren Buffett chino, está gastando miles de millones de euros con un consorcio de inversionistas griegos y árabes para convertir el que alguna vez fue un aeropuerto en la costa a las afueras de Atenas, ahora abandonado, en un elegante patio de juegos tres veces más grande que Mónaco para los turistas acaudalados. El proyecto, Hellenikon, es parte de un plan más amplio para atraer a 1,5 millones de turistas chinos a Grecia en los próximos cinco años.

Tsipras ha hecho a un lado las trabas regulatorias, además de despejar dos enormes campamentos de refugiados instalados en el antiguo aeropuerto y suprimir los intentos de los miembros de su propio partido de retrasar la construcción debido a preocupaciones de que el proyecto podría construirse sobre sitios arqueológicos ancestrales.

“Eso también se destrabó”, dijo Dimitri B. Papadimitriou, el ministro de Economía griego.

China o Estados Unidos

Después de la Segunda Guerra Mundial, el benefactor que derramó millones sobre Grecia fue Estados Unidos, a través del Plan Marshall. La participación de Estados Unidos en Grecia no siempre fue bien vista —en especial su apoyo a la dictadura militar en el país durante la Guerra Fría—, pero Estados Unidos era visto como el máximo ejemplo de las oportunidades económicas, lo cual ya no es así.

Cuando el expresidente Obama visitó Grecia en noviembre pasado en su última gira al extranjero, algunos funcionarios de Syriza, molestos porque su gobierno no había intervenido de manera más enérgica durante la crisis financiera, se burlaron de su discurso diciendo que era un responso fúnebre para su propio legado, digno de Pericles.

En privado, los asesores de Obama dijeron que el viaje servía para demostrar, aunque de manera tardía, el compromiso estadounidense con Grecia en vista de la interferencia rusa en la región.

Sin embargo, China se afianzó todavía más. Eliot Engel, miembro de alto nivel del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, describió a Grecia como un “territorio donde todo se vale para países canallas”.

“Lo vemos con Rusia y lo vemos con China”, dijo durante una fiesta del 4 de julio en la residencia del embajador de Estados Unidos, a la que asistió como parte de una delegación del congreso que fue a respaldar los negocios con las empresas estadounidenses. “Por eso es tan importante para Estados Unidos involucrarse con el mundo”.

Tsipras está tratando de jugar en ambas canchas. Viajó ya en dos ocasiones en un año a Pekín para reunirse con el presidente chino y asistir a foros de la iniciativa del Cinturón y la Ruta con el fin de atraer inversiones, pero también dio la bienvenida recientemente a empresarios estadounidenses y promovió la recuperación de Grecia ante legisladores de Estados Unidos.

En mayo, cuando Fosun y otras dos empresas chinas hicieron ofertas para quedarse con una importante aseguradora griega, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur L. Ross, intervino para ayudar a hacer avanzar las negociaciones de Calamos Investments, un consorcio griego-estadounidense cuyo director ejecutivo apoya al presidente Trump. Exin Group, una sociedad holandesa con Calamos, acabó ganando la competencia.

“Nos envió una carta pidiéndonos que consideráramos a Calamos”, dijo Papadimitriou, el ministro de Economía. Cualquier negociación, expresaba implícitamente Ross en la carta, “podría ser el comienzo de más inversiones en el país”, recordó Papadimitriou.

Algunos servidores públicos griegos citaron la derrota de Fosun como una prueba de que China no tenía dominio sobre Grecia.

“Nos preocupa ser vistos como la colonia de alguien más”, dijo Panagiotis Kouroumblis, ministro Marítimo de Grecia. “Nada puede avanzar sin el acuerdo del Estado griego”.

JASON HOROWITZ y LIZ ALDERMAN
© The New York Times 2017