Pero, ¿De dónde eres realmente? La pregunta incómoda.

Soy México-americana, nacida en California pero con padres mexicanos. Mi vida la he desarrollado en Tijuana y el estar en frontera más asistir a colegios privados me permitió alcanzar un nivel de inglés suficiente para llevar una vida en San Diego, y así ha sido. Tengo la oportunidad de tener amigos internacionales donde la comunicación sólo es a través del idioma de los americanos y hasta ahora me ha sido muy útil todo lo aprendido, a pesar de ser una persona con un decente vocabulario, un acento muy similar al de mis vecinos y tener una nacionalidad americana siempre tengo que responder a la pregunta: pero realmente  ¿de dónde eres? En algún momento te acostumbras e inclusive nosotros lo llegamos a hacer llamando latina a la morena o asiática a la persona con ojos rasgados,  lo que no es necesariamente correlativo. Este comportamiento lo veo y vivo día a día, en Tijuana y ahora en San Diego, creo que muchas veces no es mal intencionado si no una forma de romper el hielo en un ambiente desconocido. Por ejemplo, tuve la oportunidad de acompañar a unos amigos en su boda y mientras nos divertíamos con los relatos de los que nos acompañaban, note la atención que atraíamos de los invitados probablemente por nuestras carcajadas y el hecho de que éramos la única mesa de latinos.  Los invitados que se encontraban a un costado de nosotros decidieron unirse a la mesa y lo hicieron mientras uno de ellos decía: ¨Jola mi llamo Juan¨, a lo cual todos callaron. Fue un momento incómodo y al percibir nuestra hostil reacción uno de ellos comenzó a hablar sobre su antipatía por el presidente Trump. Después de varios comentarios fuera de lugar decidimos ir a conversar a otro lugar bajo la excusa de que hacia menos frio allá. Una de las invitadas se acercó a nuestro circulo y nos preguntó de dónde éramos, a lo que todos respondimos de California, su gesto mostro confusión y procedió a preguntarme donde había adquirido mi vestuario, yo señale que mi chal lo había adquirido en México y ella afirmo: ¨ah entonces de allá eres¨.  Después de volvernos a cambiar de lugar los mismos invitados se volvieron a unir a nuestro grupo haciendo chistes que eran inocentemente racistas, si es que existe tal cosa. Fue una experiencia un poco extraña que al final no afecto mi vida ni mi día y me hace preguntarme ¿En qué punto es apropiado hacerles saber que su comportamiento resulta fuera de lugar? o ¿Es qué hay una sensibilidad propia aumentada respecto a estos temas? Es decir vivimos en un mundo globalizado y realmente tenemos contacto con gente de todos colores, nacionalidades y religiones, deberíamos encontrarnos acostumbrados a las reacciones que buscan crear un entendimiento o acercamiento a nuestra cultura, ¿no?

Así he tenido o he escuchado de experiencias donde probablemente no hay un mal intencionado, pero si una falta de educación. Somos mestizos, en su gran mayoría, todos hijos de inmigrantes, el color de piel no define una nacionalidad.  E igualmente no es válido decir ¨El Chapo¨ cuando conoces a un mexicano, ni preguntar si traemos drogas. Estamos acostumbrados a etiquetarnos y dejarnos llevar por estereotipos que hoy en día resultan anticuados y erróneos.

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El núcleo en el que nos desarrollamos nos forma pero es nuestra obligación como ciudadanos del mundo abrirnos y respetar otras culturas; viajar, viajar es la forma más certera de encontrar una lógica a esto.