El español prospera en Estados Unidos a pesar de que solo se fomenta el inglés

ALBUQUERQUE — Si entras en El Super, una tienda de abarrotes en expansión en el mismo valle donde los buscadores de fortuna a caballo reclamaron hace casi cuatro siglos uno de los territorios españoles más remotos, verás que la lengua que trajeron con ellos ha sobrevivido.

El reguetón, un género musical nacido en Puerto Rico, resuena en las bocinas. Los clientes regatean hablando con los acentos del norte de México. Los nombres de cada sección están en español: una carnicería ofrece carne; una panadería, pan; una salchichonería, carnes frías; y también hay una tortillería… una palabra que entienden muchas personas que jamás han estudiado la lengua de Cervantes.

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“Todo lo que necesito, aquí está en español”, dijo Vanessa Quezada, de 33 años, una inmigrante del estado mexicano de Chihuahua, señalando una sucursal del First Convenience Bank, donde los cajeros saludan a la gente con una sonrisa y diciendo “Buenas tardes”.

En efecto, Estados Unidos está surgiendo como un vasto laboratorio en el que se exhibe la notable resistencia del español, sin importar el clima político.

Debido a la gran masa de hablantes nativos, según algunos cálculos, Estados Unidos ahora tiene más de 50 millones de hispanohablantes, muchos más que España. En una superpotencia donde se habla inglés, las televisoras Univisión y Telemundo, en español, compiten por los índices de audiencia más altos con ABC, CBS, FOX y NBC. Y, ¿cuál es el éxito mundial veraniego hecho en Estados Unidos? “Despacito”.

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Al mismo tiempo, más de 20 estados han promulgado leyes en las que el inglés se ha declarado la lengua oficial, el presidente Trump ganó la elección con una plataforma que incluía construir un muro fronterizo, y su propuesta de establecer nuevos límites a la migración legal requeriría que los solicitantes hablaran inglés para obtener permisos de residencia legal.

Juan Rodríguez, de 44 años, un inmigrante colombiano propietario de La Reina, una estación de radio en español en Des Moines, dijo que era una “época extremadamente incierta” para algunos hispanohablantes, sobre todo para inmigrantes indocumentados que están intentando que los escuchen y los vean con menos frecuencia ahora que el presidente ha hecho de la deportación una prioridad.

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“Sin embargo, el miedo no evita que vivamos nuestras vidas en español”, agregó Rodríguez. “Puede que Iowa sea un estado donde solo el inglés es oficial, pero también es nuestro estado”.

En todo el mundo, la posición del inglés como idioma predominante parece incuestionable. Estados Unidos proyecta su influencia en el inglés en campos como las finanzas, la cultura, la ciencia y la guerra.

Pero en el ámbito mundial, el chino mandarín supera por mucho al inglés en cuanto al número de hablantes nativos, pues está en la primera posición con 898 millones, seguido del español con 437 millones, de acuerdo con Ethnologue, un compendio de las lenguas del mundo. Después está el inglés con 372 millones, seguido del árabe, el hindi, el bengalí, el portugués y el ruso.

La inmigración proveniente de América Latina ha impulsado el uso del español en Estados Unidos en décadas recientes, pero los académicos dicen que otros factores también desempeñan un papel, por ejemplo, la historia, el alcance mundial de la lengua y las maneras en que la gente se mueve a través del mundo hispanohablante.

Las autoridades en algunas partes de Estados Unidos han argumentado en repetidas ocasiones a favor de frenar la propagación del español, como el exsuperintendente de Educación Pública de Arizona que dijo que debían silenciarse todos los medios de comunicación en español. Un juez revirtió esta semana la iniciativa de ese mismo funcionario de prohibir el programa de estudios mexicanoestadounidenses del estado, y dijo que la prohibición había sido “motivada por una antipatía racial”.

Los lingüistas consideran que, en parte, decisiones que se tomaron mucho antes de que España comenzara a colonizar el Nuevo Mundo en 1492 son responsables de la codiciada vitalidad que disfruta el español en la actualidad.

Como lo explicó el escritor mexicano Carlos Fuentes en “El espejo enterrado”, su libro acerca del mundo hispano, el rey español Alfonso X, en el siglo XIII, reunió a un grupo cosmopolita de intelectuales judíos, traductores árabes y trovadores cristianos, quienes promovieron el español como idioma del conocimiento en una época en la que el latín y el árabe aún tenían prestigio en la península ibérica.

Alfonso y sus sabios hicieron del español una lengua bien organizada con estándares fonéticos, lo cual la hizo relativamente accesible a algunos estudiantes. Se cree que se apegaron a una política de “castellano drecho” —es decir, un español derecho o correcto—, con lo cual le dieron un propósito a la lengua.

Incluso hoy en día, el español sigue siendo mutuamente inteligible en todo el mundo en un nivel notable, pues alguien de la estepa de la Patagonia en Argentina, por ejemplo, es capaz de sostener una conversación con un visitante de Guinea Ecuatorial, uno de los exportadores más grandes de petróleo en África.

Valiéndose de la entropía, un concepto de la termodinámica que se refiere al desorden, Jean-Benoît Nadeau y Julie Barlow, los autores canadienses de un libro publicado en 2013 en el que se traza la evolución del español, describen el nivel en el que el español se ha extendido geográficamente a lo largo de un gran conjunto de países.

Según esta medida, el mandarín está en una posición baja en la escala de la entropía, puesto que la mayoría de sus hablantes viven en el mismo país. El inglés goza de una entropía más grande, pero el español, la lengua mayoritaria en más de 20 países, está en primer lugar, seguido del árabe.

Compitiendo con España y partes de América Latina, Estados Unidos es el ejemplo de cómo el movimiento de la gente a través del mundo hispanohablante está llevando al idioma en nuevas direcciones.

Los lingüistas dicen que, en la zona metropolitana de Los Ángeles, un área con más de cuatro millones de hispanohablantes —más que toda la población de Uruguay—, un nuevo dialecto se ha creado conforme distintos tipos de español se ponen en contacto entre sí. Y aquí en Nuevo México, la afluencia de inmigrantes mexicanos y centroamericanos está alimentando y moldeando una variante del español que ha persistido desde el siglo XVI.

Ojos Locos, un bar deportivo cavernoso en Albuquerque, ofrece un vistazo a la manera en que está cambiando el español. Al igual que El Super, es parte de una cadena fundada en Estados Unidos, pero dirigida al mercado latino.

“¿Qué es una cantina de deportes sin deliciosa y auténtica comida mexicana, más tacos, más alitas y más cerveza?”, pregunta Ojos Locos en su sitio web. Esos platillos fueron abundantes un domingo reciente cuando la selección nacional mexicana de fútbol jugó contra Jamaica, y el español mexicano pareció ser la lengua dominante del recinto.

Sin embargo, algunas mesas mezclaban sin esfuerzo el inglés y el español, sobre todo donde había niños que acompañaban a sus padres, mientras que otros, incluyendo mesas de parejas de etnias distintas, vitoreaban, conversaban y decían groserías (México perdió 1 – 0) casi por completo en inglés mientras bebían margaritas heladas.

Las maneras en que las familias usan la lengua en la mesa al cenar también demuestra cómo está evolucionando el español.

En la familia Nava, que se mudó a Nuevo México desde el norte de México hace más de 20 años, los abuelos debaten apasionadamente en español el desempeño de su equipo de fútbol, los Dallas Cowboys.

Pero cuando sus hijos adultos se hablan, es en spanglish. ¿Y la lengua de sus nietos? Principalmente el inglés, con una pizca de español por aquí y por allá.

“Nuestra comunicación real es en spanglish”, dijo Cindy Nava, de 29 años, una analista de políticas en la Legislatura de Nuevo México, quien llegó a Estados Unidos a los siete años. “Pero aún reconocemos la importancia de hablar español correctamente”.

A pesar de la molestia de algunos expertos en gramática, en efecto el spanglish está ganando terreno, lo cual es evidente en la manera en que están hablando los personajes de las telenovelas, las letras de reguetón de Daddy Yankee o los anuncios publicitarios como el comercial de Wendy’s en el que una pareja de enamorados conviven mientras comen hamburguesas con queso y tocino servidas en bollos de “pan de pretzel”.

Ilan Stavans, un profesor de cultura latina en Amherst College que ha traducido al spanglish clásicos como “Don Quixote” de Cervantes y “El principito” de Saint-Exupéry, argumenta que estamos siendo testigos de “la emergencia de algo totalmente nuevo, que no es puro de ninguna manera, sino una lengua mestiza”.

Mucho antes de que Trump resultara electo, el crecimiento y la perdurabilidad del español había causado preocupación, lo cual llevó a leyes de “lengua oficial”, que en algunos casos limitan el uso de cualquier otra lengua que no sea el inglés en oficinas y documentos gubernamentales, mientras que en otros son más bien simbólicas.

Rosalie Porter, quien llegó a Estados Unidos desde Italia de niña y ahora es la presidenta de una organización que busca terminar con la educación bilingüe y declarar al inglés como la lengua oficial de Estados Unidos, dijo: “Cuando yo era una niña inmigrante, mi lengua no era políticamente correcta”.

“Hoy es distinto”, dijo Porter, cuyo grupo, ProEnglish, fue fundado por John Tanton, un médico de Michigan que creó varias organizaciones que buscan restringir la inmigración. “Los inmigrantes gozan de mucha más visibilidad”, agregó, y enfatizó que entendía las razones comerciales que explican el crecimiento de los medios en español

Incluso sin tomar en cuenta las iniciativas políticas, el crecimiento continuo del español en Estados Unidos no está asegurado. Los lingüistas han documentado cómo las nuevas generaciones de latinos en todo el país están adoptando el inglés de forma constante, así como lo hicieron los descendientes de otros inmigrantes.

Pero si el pasado sirve de guía, podemos decir que el español seguirá evolucionando y perdurando.

“En muchos lugares de Estados Unidos, el inglés y el español conviven, en un contacto que es tanto generativo como emocionante”, dijo Junot Díaz, el escritor que explora con gran maestría la experiencia inmigrante en Estados Unidos, principalmente a través de los esfuerzos de su protagonista dominicano hispanohablante: Yunior.

“Para muchos de nosotros”, continuó, “el español es nuestro camino al amor y, como lo ha demostrado la historia, nadie puede hacer leyes para acabar con el amor”.

SIMON ROMERO
© The New York Times 2017