Estados Unidos está a tiro de piedra, pero para miles de migrantes centroamericanos que se encuentran actualmente en Tijuana, la oportunidad de perseguir el sueño americano y conseguir trabajo sigue siendo un objetivo lejano e incierto.
Pero ha surgido otra opción, dándoles la oportunidad de perseguir un sueño mexicano en su lugar, incluso si es solo temporal.
El Servicio Nacional de Empleo, que trabaja en conjunto con compañías locales, organizó una feria de empleo cerca del complejo deportivo de Tijuana, donde miles de migrantes centroamericanos, que comenzaron a llegar a la ciudad la semana pasada, están alojados temporalmente.
Nayla Rangel, coordinadora principal de la feria de un mes, dijo a la agencia de noticias AFP que el hecho de que los miembros de la primera caravana de migrantes viajaran alrededor de 4,400 kilómetros para llegar a la frontera norte de México desde San Pedro Sula, Honduras, mostró que ambos son resistentes y Determinado – cualidades que son muy atractivas para los empleadores.
“Son personas muy fuertes, [podrían ser] una fuerza laboral muy valiosa para nuestra industria”, dijo.
Además de los representantes de la compañía, que han establecido puestos para entrevistar a los migrantes que están interesados en los puestos que se ofrecen, las autoridades de inmigración, incluida la Comisión Mexicana de Refugiados, asisten a la feria para ayudar a los migrantes a regularizar su estatus migratorio y asegurar que puedan acceder a los beneficios de la seguridad social.
“Lo que buscan hacer es darles una visa humanitaria para que mientras se determina su estatus migratorio [en los Estados Unidos] tienen un permiso de trabajo”, dijo Rangel.
Salvador Díaz, presidente de una asociación de la industria local, dijo que se ofrecen “entre 7,000 y 10,000 empleos” en la feria de empleo para migrantes, que incluye puestos en fábricas y otros sectores como la hospitalidad.
Todos ganan, señaló, “los inmigrantes obtienen un trabajo legal y los dueños de negocios [obtienen] trabajo deducible de impuestos”.
Wilmar Correa, un hondureño de 27 años, es uno de los cientos de migrantes que asistieron a la feria.
Le dijo a la AFP que había estudiado para convertirse en maestro en casa pero que no podía conseguir un trabajo debido a la falta de oportunidades.
Eso, unido a la violencia, lo obligó a abandonar Honduras. Correa sostuvo un cartel que anunciaba que estaba buscando trabajo como obrero, pero dijo que estaba preparado para hacer cualquier tipo de trabajo.