La física coincide en que lavado de manos debe durar 20 segundos

Lavarse las manos durante 20 segundos con jabón es un método probado para reducir la posibilidad de contraer una enfermedad y limitar la propagación de la enfermedad a otras personas. Un nuevo artículo de física ha demostrado ahora que ese marco de tiempo no es un número arbitrario, pero de hecho hay buenos principios físicos detrás del enfoque de 20 segundos.

Publicado en la revista Physics of Fluids, el enfoque es el primer paso hacia una comprensión más profunda de la mecánica del lavado de manos, pero en este punto, no tiene en cuenta los factores químicos y biológicos. Simulando el lavado de manos desde una perspectiva física, los investigadores pudieron estimar cuánto tiempo lleva eliminar virus y bacterias de la piel.

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El papel simplifica las manos a las imperfecciones ásperas de la piel, demostradas como una simple curva. Nuestra piel es una serie de picos y valles iguales. En esos valles, los virus y las bacterias pueden acumularse antes de ingresar al cuerpo a través de los ojos, la nariz y la boca, o antes de trasladarse a otro huésped o superficie. Entonces, ¿cuánta energía del flujo de agua jabonosa es necesaria para sacar esos patógenos de sus acogedores valles?

Si el agua empujará a los patógenos fuera de los valles depende de la fuerza del líquido que fluye, y esa fuerza depende de la velocidad de las manos en movimiento. Un flujo más fuerte expulsa las partículas más fácilmente. El modelo sugiere que 20 segundos de movimiento vigoroso son suficientes para desalojar cualquier patógeno potencial.

“Si mueves las manos con demasiada suavidad, demasiada lentitud entre sí, las fuerzas creadas por el fluido que fluye no son lo suficientemente grandes como para vencer la fuerza que mantiene presionada la partícula”, explicó el autor Paul Hammond.

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El resultado de este modelo simple podría sentar las bases para un análisis más complejo, uno que podría integrar la capacidad del jabón de alterar la biopelícula bacteriana y reducir la adhesión de patógenos a la piel.

Agregar esta complejidad no necesariamente generará una versión nueva y mejorada del lavado de manos, pero podría conducir a la producción de jabones más efectivos y amigables con el medio ambiente. “Hoy en día, debemos ser un poco más reflexivos sobre lo que les sucede a los productos químicos de lavado cuando bajan por el desagüe y entran al medio ambiente”, dijo Hammond.

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El concepto de lavarse las manos para detener la propagación de enfermedades fue descrito y probado por primera vez en 1847 por el físico húngaro Ignaz Semmelweis, quien demostró que la “higiene de manos” redujo drásticamente la mortalidad de los pacientes en entornos médicos, en particular durante el parto. En ese momento, esta era una idea subversiva. El hecho de que los propios médicos propagaran la enfermedad no fue bien recibido, y Semmelweis fue ridiculizado y sus ideas fueron rechazadas, lo que lo llevó a sufrir un ataque de nervios. Sus colegas lo enviaron a un asilo vienés donde probablemente murió a causa de las palizas de los guardias dos semanas después.

Las entonces revolucionarias ideas de Semmelweis han salvado miles de millones de vidas desde entonces, y el lavado de manos sigue siendo la medida preventiva más simple y eficaz que tenemos para detener la propagación de enfermedades.

Con información de IFL Science