Los factores clave de los polémicos oleoductos Keystone XL y Dakota en EEUU

Los dos proyectos de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access Pipeline que el presidente Donald Trump decidió relanzar este martes, tienen por objetivo acelerar el transporte de petróleo en Estados Unidos pero han suscitado controversias medioambientales y sociales.

Keystone XL, un espantapájaros medioambiental

El Keystone XL, una extensión del sistema canadiense de oleoductos TransCanada, tiene por objetivo extender el oleoducto Keystone para acelerar el transporte de petróleo procedente de las arenas bituminosas de Alberta (en el oeste de Canadá) hacia el golfo de México.

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Con una longitud de 1.897 km, unos 1.400 en Estados Unidos, y valorado en unos 8.000 millones de dólares, este oleoducto tomaría un camino más corto para llegar a Nebraska, en del país, y desde ahí el petróleo podría circular por redes ya existentes hacia las refinerías estadounidenses del sur de Texas.

Tras haber obtenido en 2012 un nuevo trazado que evitaba las reservas naturales, los grupos ecologistas concentraron sus críticas en el tipo de petróleo transportado: las arenas bituminosas de Alberta requieren una extracción que demanda mucha energía y que produce un gran volumen de gases de efecto invernadero.

Los opositores recordaron también que Keystone sufrió una docena de fugas desde que entró en funcionamiento.

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El debate giraba también alrededor de los méritos del proyecto. Según TransCanada, al permitir el transporte de 830.000 barriles de bruto al día, el oleoducto ayudaría a reducir en un 40% la dependencia energética estadounidense de Venezuela y Oriente Medio.

Sin embargo, los oponentes rechazaban tal impacto argumentando que la mayoría del petróleo transportado hacia las refinerías en realidad habría sido exportado a Europa y a América Latina.

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Tras meses de tergiversaciones, el presidente Barack Obama les dio la razón y rechazó el proyecto en noviembre de 2015 alegando que no reforzaría la “seguridad energética” de Estados Unidos.

El Oleoducto Dakota, la furia de los indios 

Extendido a lo largo de cuatro estados del norte estadounidense y con una longitud de cerca de 1.900 km, este oleoducto tiene por objetivo transportar el oro negro desde Dakota del Norte, uno de los principales polos de producción de gas y de petróleo de esquisto del país, hasta un centro de distribución de Illinois (centro).

Según sus promotores, el funcionamiento del oleoducto reduciría los costes de transporte de petróleo y ofrecería así a los productores estadounidenses más competitividad frente a sus rivales canadienses.

Sin embargo, este proyecto de 3.800 millones de dólares ha avivado un gran movimiento de protesta encabezado por la tribu sioux de Standing Rock, que asegura que atraviesa tierras sagradas y que podría contaminar un lago que es su principal fuente de abastecimiento de agua.

La empresa que explota el proyecto, Energy Transfer Partners, ha intentado mitigar los ataques asegurando que el trazado se decidió tras consultar con decenas de tribus y de expertos arqueológicos.

Los opositores se reunieron durante varios meses en Dakota del Norte para bloquear las obras, provocando una fuerte represión por parte de las fuerzas del orden. Las autoridades estadounidenses pusieron fin al conflicto en diciembre recomendando estudiar un trazado alternativo.