Ser malos con Kathryn Hahn

NUEVA YORK _ “No puedo esperar hasta llegar a la casa y enseñarle a mi hija de siete años”, dijo la actriz Kathryn Hahn. “‘¡Mira lo que hizo mami!’”.

En “Bad Moms”, una comedia en cartelera ahora, Hahn, de 43 años, interpreta a una madre sin ataduras, una libertina atrevida, sin las restricciones que impone la corrección política y parental de la asociación de padres de familia. Pareció totalmente congruente encontrarla, en un viaje a Nueva York para promover la película, boca arriba sobre un sillón del New York Adorned, un salón en la Segunda Avenida donde le estaban perforando la parte superior de una oreja.

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Ahora, añadió después, en un taxi rumbo al que fuera su barrio neoyorquino a beber un trago y echar un vistazo por ahí, “Me van a estereotipar como la madre con agujeros”. Un diamantito brillaba en la parte superior de su cartílago.

Hahn, antes de Hell’s Kitchean, Nueva York, es ahora Han de Silver Lake, Los Angeles, una transición que es una marca de éxito en la carrera.

Desde que se fue de Nueva York rumbo a Hollywood hace más de una década, Hahn, formada en la Escuela de Arte Dramático de Yale y chiflada, ha trabajado constantemente. Después de varios años en “Crossing Jordan”, de las primeras series procesales de la NBC, ha salido, mayormente, en películas y comedias de televisión, por lo general, en papeles secundarios, pero siempre con entusiasmo.

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Como resultado, se la reconoce pero a veces es difícil ubicarla. Algunos la conocen como la rabina Raquel, el compás moral que sufre mucho en “Transparent”, de Amazon; otros, por ser una de las azafatas exageradas en la nueva versión de “Boeing-Boeing” en Broadway.

Tres muchachas que la detuvieron en la calle y solicitaron sacarse una selfi con ella la reconocieron como Alice, la mujer casada que seduce a John C. Reilly en “Step Brothers”. Hahn dijo que el papel por el cual la detienen con mayor frecuencia es una presentación como invitada en “Parks and Recreation”, donde todavía sale como una consultora política muy dinámica.

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Depositada en la Décima Avenida, Hahn caminó hacia el edificio en la Calle 49 donde ella y su esposo Ethan Sandler, un actor, escritor y productor en “New Girl”, pasaron ocho años en un cuarto piso, sin elevador.

Llevó la arquetípica vida de la actriz neoyorquina que está batallando: trabajaba como recepcionista de día (en Garren New York, el elegante salón de belleza), fue mesera en Joe Allen, la cafetería no oficial de Broadway, por poco tiempo, y envió fotos de la cara a cualquier lugar que podía. (Este método tuvo como resultado que consiguiera un agente de Nueva Jersey y una chamba repartiendo sándwiches de “bagel” en Dunkin’s Donuts.)

En la escalera de entrada afuera de su viejo edificio de departamentos estaba John Matejas, de 78 años, quien disfrutaba del sol, con la camiseta sin mangas metida en los pantalones vaqueros cortos con cinturón. Abrió los ojos al ver a Hahn; él fue el súper del edificio cuando ella vivió allí.

Marcó números en su teléfono de bisagra para que bajara su esposa Minerva. Se abrió otro par de ojos; se le llenaron los ojos de lágrimas.

“Para nosotros, es como nuestra hija”, dijo John Matejas. (Su hija había dado a luz a una hija en los años desde que Hahn vivió allí.) Minerva Matejas agregó que habían oído hablar de todas sus películas.

Después de intercambiar números y fotografías para enviar al marido de Hahn, y promesas de seguir en comunicación, Hahn bajó las escaleras. Alegremente aceptó que una psíquica, en una mesa plegable junto al bordillo, le leyera la mano al aire libre, y le aconsejó que necesitaba más positividad en su vida.

De hecho, las cosas parecen bastante positivas para Hahn, la extraña actriz de Hollywood cuyos prospectos han estado mejorando en lugar de declinar después de los 40 años.

Su papel protagónico en “Bad Moms” le llegó justo antes de otro giro de estrellato como una cineasta, tristemente casada y locamente enamorada, en “I Love Dick”, un piloto de Amazon, basado en la novela posmodernista de Chris Kraus del mismo titulo, de Jill Soloway, la creadora de “Transparent”.

Soloway escribió el papel de la rabina Raquel para Hahn, el que la ha hecho una pequeña rompecorazones en la comunidad judía, aunque, para sorpresa de muchos, a ella la criaron como católica romana.

Ha sido frecuente que interprete personajes judíos en la pantalla (en “Afternoon Delight”, así como “Happyish” de Showtime), y Soloway “simplemente se niega a creer” que no es judía, contó Hahn riendo. (Su esposo sí lo es.)

“A veces, se requiere de alguien de fuera para realmente entrar”, dijo. “Sí tuvieron que enseñarme parte del hebreo. No solo te sale por la boca”.

Comiendo ensalada de sandía con pan y mantequilla de la casa en el Marshal, un restaurante en Hell’s Kitchen, Hahn, a quien se unió su primo George, a veces compañero actor, escritor de estilo y vecino, recordó sus primeros años de batallar, hacer audiciones y conmiserarse.

“Vitrinas de equidad tras bambalinas”, dijo George Hahn, y recordó los ofrecimientos: “breve desnudo sin paga”.

“No puedo esperar a hacer la audición para ese espectáculo”, contestó Kathryn Hahn.

Aunque Hahn ya no se tiene que conformar con un breve desnudo sin paga, “siento que todavía tengo camino que recorrer”, dijo.

Hollywood todavía la entiende y la controla. “Yo sé que no necesariamente encajo en el molde específico, sabes”, dijo divertida. “De seguro que conscientemente no estoy tratando de evitar los grandes papeles. Para nada”.

Es posible que lleguen más. “Si pudiera escribir sonetos”, escribió la crítica del Times, Manohla Dargis, en la reseña sobre “Bad Moms”, “escribiría uno sobre Hahn”.

Sin embargo, para cualquier director de reparto que todavía busque claridad:

“Mis mayores inspiraciones fueron esas heroínas imperfectas de los 1970”, dijo Hahn. “Que no parecen listas para la cámara: Teri Garr, Gena Rowlands. Algo desordenadas y sin encerar”.

Matthew Schneier
© 2016 New York Times News Service