Regidores omisos en el cabildo tijuanense

Tijuana enfrenta muchos problemas urbanos por donde quiera que se voltee. La lista es larga y pasa desde problemas de tránsito y ocupación de vía pública hasta el  ambulantaje, la anarquía en la construcción  y otros de grueso calibre. Pero todos ellos tienen un común denominador y este es el de la falta de oficio de los regidores.

Ocupados en discusiones de altos vuelos, los ediles no le prestan atención a conflictos que enfrenta el ciudadano de a pie, el que recorre las calles y se enfrenta con problemas derivados del vacío de poder.

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El ambulantaje crece, muchas casas se desploman tras ser construidas con pesos excesivos, dueños de  locales montan muebles mostrencos en la vía pública, en  un río revuelto donde los pescadores están claramente identificados, y como si no hubiera ninguna tarea pendiente, el alcalde se da el lujo de convocar a sesión de cabildo cada dos meses.

Si bien se entiende la necesidad de planear a largo y mediano plazo, también se requiere un gobierno de la ciudad que baje a ras de tierra.