Cuando el presidente Moon Jae-in de Corea del Sur abrazó a Kim Jong-un con una amplia sonrisa en una pista de aterrizaje del aeropuerto de Pyongyang, una multitud de norcoreanos lanzó un aplauso ensordecedor. Pero en Seúl, los surcoreanos se estremecieron ante la muestra de afecto, preocupado porque el gobernante de un régimen brutal fue tratado con tanta calidez.
“Es embarazoso: Kim Jong-un es un dictador que amenazó al mundo para llevarlos a la mesa de negociaciones”, dijo Choi, un joven. “Me vuelve loco. Podemos hablar con él sin socavar nuestros valores “.
Mientras que el estudiante graduado de 27 años apoya el compromiso con Corea del Norte, la naturaleza azucarada de la relación de Moon y Kim chocó con muchos en el sur. Solo alrededor del 21% de los surcoreanos tienen una opinión favorable de Kim, de acuerdo con encuestas recientes.
Pero para ganarse al público, el gobierno de Corea del Sur ha lanzado una campaña que destaca la estrecha relación de Moon con Kim.
El gobierno ha creado lugares de fotos para los ciudadanos que quieren recrear el paseo de Moon y Kim a lo largo de un puente de madera durante su primera reunión en abril en la aldea fronteriza de Panmunjom. El Ayuntamiento de Seúl estaba cubierto con una gran foto de los dos líderes durante su primera reunión en abril.
“No creo que [Kim] sea retratada con precisión”, dijo Jang Eun-joong, un CEO de nueva tecnología de 29 años. “No deberíamos embellecerlo y usar palabras positivas para describirlo solo porque parece que ahora está queriendo la paz”.
Jang señaló a las representaciones de dibujos animados de Kim dirigidas a los niños como una señal preocupante de que sería visto como amistoso. No podía recordar si la caricatura estaba respaldada por oficiales.
Corea del Norte tiene campamentos de prisioneros masivos que tienen entre 80,000 y 120,000 presos políticos, de acuerdo con una investigación de las Naciones Unidas que recopiló pruebas de una serie de crímenes de lesa humanidad. La comisión de la ONU citó “exterminio, asesinato, esclavización, tortura, encarcelamiento, violación, abortos forzados y otros actos de violencia sexual, persecución por motivos políticos, religiosos, raciales y de género, el traslado forzoso de poblaciones, la desaparición forzada de personas y el acto inhumano de causar conscientemente la inanición prolongada “.
Los objetivos incluían personas que el régimen consideraba una amenaza para el sistema político y el liderazgo de Corea del Norte.
