Trump revela divisiones entre los evangélicos que podrían darle forma a la política durante años

Con la colaboración en la investigación de Hawes Spencer.

Cuando Jen Hatmaker habla en estadios llenos de cristianas, las agasaja con historias sobre sus cinco hijos y su jardín allá en Austin, Texas _ y se mantiene alejada de la política. Sin embargo, hace poco, emprendió la tarea de acribillar a Donald Trump en Facebook e Instagram diciéndole que es “una desgracia nacional”, así como la de recordarles a sus legiones de seguidoras que habrá otros nombres en las boletas, en noviembre.

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“Trump ha normalizado la violencia, la desviación sexual, el prejuicio y los odios, consistentemente en sus discursos”, dijo en una entrevista por correo electrónico. “Yo no aceptaría esto de mi hijo que está en séptimo grado, mucho menos de un potencial dirigente del mundo libre”.

En las casi cuatro décadas desde que Jerry Falwell, Sr., fundó una organización llamada Moral Majority, los cristianos evangélicos han sido el bloque electoral más unificado y confiable del Partido Republicano en las elecciones presidenciales en noviembre. Los dirigentes de lo que llegó a conocerse como la derecha religiosa fueron personas con influencia y nombres conocidos, como Pat Robertson, James C. Dobson, Ralph Reed.

Sin embargo, este año, la publicación indignada de Hatmaker fue un pequeño signo de la división en el bloque evangélico y un posible presagio de los cambios que se avecinan. Mientras que la mayor parte de la derecha religiosa que ha envejecido decidió apoyar a Trump, un grupo cada vez más asertivo de dirigentes más jóvenes, de minorías y de mujeres, como Hatmaker, están cuestionando sus opiniones y autoridad.

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“Esos hombres nunca han hablado en mi nombre ni, francamente, en el de nadie que yo conozca”, dijo Hatmaker, la autora de libros cristianos populares e inspiradores. “Es posible que la fractura dentro de nuestra familia cristiana sea irreparable”.

Es posible que las líneas de falla entre los evangélicos que han expuesto las elecciones del 2016 _ entre generaciones, grupos étnicos y sexos _ remodelen la política nacional estadounidense en los próximos años, dijeron dirigentes conservadores cristianos y analistas en entrevistas la semana pasada. Las discusiones que antes fueron privadas, hoy son públicas, y las plataformas ya no están claras.

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“La idea de un electorado evangélico monolítico ya no es aplicable en el electorado estadounidense”, comentó Samuel Rodriguez, Jr., el presidente de la Conferencia del Liderazgo Nacional Cristiano Hispano, quien representa a cerca de 40,000 congregaciones y quien declinó unirse a sus amigos y aliados en la junta asesora evangélica de Trump.

Los grandes nombres de la alta jerarquía de las organizaciones que funcionan en gran medida como grupos de cabildeo y brigadas de movilización para el Partido Republicano siguen con Trump, a pesar de los comentarios lascivos que hizo en la grabación del 2005 y que nunca fue su candidato preferido. Los buscó y los convenció de que nombraría a ministros de la Corte Suprema según la horma de Antonin Scalia, un conservador que murió repentinamente en febrero. Para estos actores pragmáticos, las elecciones se reducen a solo dos problemas que se podrían resolver con los nombramientos en la Corte Suprema: detener el aborto y asegurar las protecciones jurídicas a los conservadores religiosos que objetan los matrimonios del mismo sexo.

Sin embargo, los evangélicos que hoy cuestionan a la vieja guardia tienden a tener una agenda más amplia. Consideran un imperativo cristiano atender a los inmigrante y refugiados, a los pobres, al ambiente y a las víctimas del tráfico sexual y del abuso sexual. Muchos apoyan la reforma a la justicia penal y los objetivos del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan). Aunque se oponen ardientemente al aborto, algunos están inclinados a ser más tolerantes con el matrimonio del mismo sexo.

“La siguiente generación de evangélicos anhela una expresión menos partidista, menos divisoria y más racialmente incluyente de la participación política, que aborde las inquietudes sobre una gama de problemas, no solo del aborto y el matrimonio gay”, explicó Jonathan Merritt, un joven evangélico que escribe sobre política y cultura.

La maquinaria de la derecha religiosa todavía está preparada para producir votantes evangélicos para Trump, dijo Johnnie Moore, un publicista de muchos dirigentes y grupos cristianos, quien participa en la junta asesora de Trump. Sin embargo, duda que la maquinaria vaya a producir como lo había hecho en el pasado.

“No creo que haya forma de hacer que las evangélicas, en ninguna fuerza, se presenten por Donald Trump en este momento”, agregó Moore.

Varias encuestas de opinión muestran que Trump está rindiendo poco en comparación con anteriores candidatos presidenciales republicanos, los cuales se hicieron acreedores de cerca de 80 por ciento del voto evangélico blanco. Trump recibió entre 65 y 70 por ciento de ese apoyo, muestran encuestas recientes. Una nueva, de LifeWay Research, especializada en estudios de iglesias y cristianos, arrojó que los evangélicos no blancos apoyan abrumadoramente a Hillary Clinton sobre Trump en proporción de 62 a 15 por ciento.

Una oposición significativa a Trump también surgió de dirigentes evangélicos blancos y “baby boomers”, o de más edad. Muchos evangélicos más jóvenes dijeron que tomaron nota cuando Russell Moore de la Convención Bautista del Sur y Erick Erickson, un escritor conservador y presentador de radio, rechazaron a Trump muy pronto en la campaña. La semana pasada, las revistas “Christianity Today” y “World” publicaron editoriales en los que también lo rechazan.

Kate Shellnutt, de 30 años, editora de “Christianity Today” en línea y de la sección “CT Women”, dijo que había observado que “la generación milénica tiene muchísima menos paciencia con Trump”. De los 33 evangélicos milénicos que son influyentes y sobre quienes hizo un perfil para un reportaje principal hace dos años, dice que ahora solo puede encontrar a una, Lila Rose, que está a favor de Trump, y hasta ella lo ha criticado en público. Varios han estado usando la etiqueta #NeverTrump, comentó.

Estudiantes de la Universidad Liberty en Virginia, la cual fundó Falwell, iniciaron una petición ya tarde el miércoles en la que critican al rector Jerry Falwell, Jr., (el hijo del fundador) por respaldar a un candidato que está “activamente promoviendo las mismísimas cosas a las que nosotros, como cristianos, deberíamos oponernos” y mancillando a la institución en el proceso, se dice en la petición.

“La Universidad Liberty no es la Universidad Trump”, dijo Dustin Wahl, quien cursa el primer año de la maestría de política y políticas públicas, y redactó la petición. “No apoyamos a nuestro rector en cuanto a Donald Trump. Es vergonzoso porque la mayoría de las personas aquí se dan cuenta de que Trump es una burla”.

Wahl dijo que más de 2,500 personas habían firmado la petición en dos días, incluidas más de 1,100 que utilizaron direcciones de correo electrónico afiliadas a la Universidad Liberty. Son unos 15,000 los estudiantes residentes en Liberty y unos 90,000 más en línea.

Falwell, Reed y Tony Perkins, el presidente del Consejo de Investigación sobre la Familia, quienes han apoyado a Trump, no respondieron las solicitudes de entrevistas. No obstante, Falwell emitió una respuesta a la petición de los estudiantes en la que dice que representó los puntos de vista de solo “unos cuantos alumnos”, y que había apoyado a Trump como individuo, no en nombre de la Universidad.

Sin embargo, la petición es un signo de que la tradicional reverencia hacia las figuras de autoridad entre los evangélicos se quedó en aguas de borraja. Hay llamados en los medios sociales a que Perkins renuncie por seguir apoyando a Trump.

“Es inconcebible que alguien que dirige una organización llamada Consejo para la Investigación de la Familia apoye a un hombre como Donald Trump para que sea el presidente”, dijo Matthew Lee Anderson, de 34 años, autor de varios libros y del blog “Mere Orthodoxy”.

Hace cuatro años habló en un panel de dirigentes jóvenes en la cumbre Values Voter, la cual patrocinó la organización de Perkins. Ahora, dijo, “yo ya no confío para nada en sus opiniones. Y ese es el tipo de pérdida de confianza que están experimentando muchos de los evangélicos más jóvenes respecto de personas como Tony Perkins, y no se va a reconstruir rápidamente”.

Laurie Goodstein
© 2016 New York Times News Service